INTRODUCCION
CAPÍTULO
I: ORÍGENES DE LA MÚSICA
Origen
divino
Origen
creacionista
CAPÍTULO
II: PAISAJE SONORO Y MÚSICA
Estudio
de una aldea remota
Estudio
de la literatura
Reconstrucción
indirecta
Paisajes
sonoros bíblicos
En
el Edén
En
tiempos de David
CAPÍTULO
III: ESTUDIOS DE LOS INSTRUMENTOS Y CANTOS HEBRAICOS
Los instrumentos
Flauta
Lira
Trompeta
Címbalo
Zampoña
Cítara
Pandereta
Laúd
Evolución
de los instrumentos
El
canto
Los
modos
CAPÍTULO
IV: FUNCIONES DE LA MÚSICA HEBREA
En
la Educación
A
través del desierto
La
escuela de los profetas
En
el Don de Profecía
Como
medio curativo
La
danza
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
En
este mundo, el hombre vive rodeado de vibraciones acústicas de las que toma
algún beneficio por ser portadoras de información y otras por sus
características hedonísticas. A su vez, se es posible emitir una amplia gama de
sonidos capaces de ser escuchados y a la vez formar parte del entorno sonoro.
Desde
el punto de vista de las ciencias del comportamiento, el fenómeno llamado
sonido puede dividirse en tres categorías principales que son: el sonido; la
música y el habla.
La
música, en el mundo del sonido, constituye un elemento único, más grato que el
ruido pero que, a diferencia del habla, no entraña significados precisos sino
connotaciones fuertemente emotivas y agradables.
En
tanto que se es posible admirar monumentos arquitectónicos y contemplar en
museos y pinacotecas testimonios de pinturas y plásticas de tiempos muy
remotos, y encontrar en la literatura antigua documentos milenarios legibles,
no podemos formarnos ideas concretas de los inmensos períodos que se pierden en
lo que musicalmente hablando es, prehistoria.
Este
trabajo tiene el propósito de llevar la mente a través de la investigación, lo
más próximo posible de la fuente u origen de la música. Para esto, se ha
confiado en documentos de innegable inspiración divina. La Biblia, la infalible
Palabra de Dios, ha sido tomada como guía e inspiración para apoyar con sus
descripciones, referencias y citas teniendo por cierto que todo el que cree en
ella tiene fe en Aquel que es la Fuente de todo don.
“La
luz menor que alumbra hacia la luz mayor”, escritos de último tiempo,
realizados por la sierva de Dios, Elena G. de White, mediante la inspiración
divina, creídos y aceptados por los Adventistas del Séptimo Día, son usados
para penetrar en aquellos ambientes históricos no tan plenamente descritos en
la Biblia y para elaborar juicios cuyas bases no es posible encontrar en
ninguna otra literatura. A través de estos escritos se penetra hasta el mismo
cielo, describiendo ambientes fuera del dominio humano.
El
análisis de paisajes silvestres y comunidades en las cuales se conservan
culturas arcaicas no perturbadas por la civilización moderna, constituyen
objetos de estudio sobre entornos sonoros que pueden casar plenamente con lo
que debió ser el paisaje sonoro que rodeó a los primeros pobladores del
planeta. También en las literaturas antiguas saturadas de descripciones sonoras
es posible sacar deducciones de ambientes sonoros de tiempos pretéritos.
La
evolución de los antiguos instrumentos músicos, hasta los que han resultado, a
causa de las modificaciones sufridas al perfeccionarse en el decursar del
tiempo y que constituyen los instrumentos hoy conocidos y por los cuales es
posible un acercamiento hacia la textura instrumental de la música de los
tiempos bíblicos.
Un
estudio de los diferentes usos de la música en un pueblo de gobierno teocrático
cuya cultura era permeada por sus creencias, su sistema de culto y aun su
“filosofía” da pie a conclusiones definidas sobre la semántica de que era
dotada y que con ciertas diferencias han llegado a ser adoptadas por el
cristianismo.
La
música forma parte del sistema de culto de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día, de su correcta apreciación, y del reconocimiento de su origen depende el
constituirse en valladares contra las tendencias degradantes que sufre este
divino don.
La
música es un fenómeno acústico para los prosaicos; un problema técnico de
melodía, armonía y ritmo para los profesionales; una expresión del alma que nos
puede elevar al infinito y que encierra todos los sentimientos humanos, para
los que verdaderamente la aman de todo corazón.
CAPÍTULO
1: ORIGENES DE LA MÚSICA
Desde
los tiempos primitivos los hombres han tratado de explicar o determinar el
origen de aquellos fenómenos capaces de impresionar sus sentidos y despertar su
interés o curiosidad. La música, como fenómeno acústico no escapa a esta
tendencia, por lo que la poderosa imaginación de los antiguos siempre halló
explicaciones las cuales varían de una civilización a otra según la percepción
que tenían de los sonidos, surge así una inmensa cantidad de mitos y leyendas
cuya explicación no es el motivo de este trabajo.
En
todas las interpretaciones fantásticas, propias del folklor popular, se le
atribuye un origen divino a la música y aseguran que este pasó a los hombres en
un acto de bondad de parte de los dioses o en un rapto de los hombres a los
otros. Persiste siempre la idea de un don extrahumano con propiedades divinas.
Origen
divino
En
la literatura hebrea la primera referencia a la música es la de Jubal del cual
se dice fue “...padre de los que tocan flauta y arpa.” (Génesis 4:21). Al hacer
un estudio de su nombre que significa “sonido alegre” o “canal” se puede
entender como una indicación de su habilidad personal siendo él un medio a
través del cual se manifiesta el don de la música.
La
señora Elena G. White asegura que “La música es de origen celestial.”, por
medio de esta declaración es posible hallar probabilidades de un mundo fuera
del ambiente humano donde exista la fuente o procedencia de la música.
Añade
la misma autora en otra obra: “La melodía de la alabanza es la atmósfera del
cielo. La música proviene entonces de un ambiente donde todos los elementos que
la conforman se encuentran en función de una armonía. Si se es capaz de captar
la grandiosidad de esta expresión, “El Señor mismo se regocija con cánticos”,
implicaría llegar al mismo centro de ese universo celestial cuyos elementos
seres vivientes que lo habitan le tributan adoración y alabanza. La música es
pues parte de la naturaleza divina de nuestro Señor y Dios así como el ambiente
de sus dominios.
Según
Johnnes Lippius (1585-1612 ), músico y teólogo alemán, en su teoría de la
redención, “muestra como Satanás cayó en pecado al perder la armonía con su
Creador…, pierde una posición armónica, se quiebra su relación con el centro
tonal, y así se colocó en una posición de abierta violación a las leyes que
mantenían a todos los seres celestiales en buen concierto.
Momentos
después de caer Satanás en desbalance armónico, los ángeles que se mantenían a
tono con su Creador realizaron ingentes esfuerzos por restablecer a su posición
inicial a la “nota discordante” de una forma muy propia en un mundo donde todo
es música y alabanza. La escritora antes mencionada lo describe con estas
vívidas palabras.
Los
ángeles reconocieron gozosamente la supremacía de Cristo, y postrándose ante él
le rindieron su amor y adoración. Lucifer se postró con ellos… La influencia de
los santos ángeles pareció por algún tiempo arrastrarlo con ellos. Mientras en
melodiosos acentos se elevaban himnos de alabanza cantados por millares de
alegres voces, el espíritu del mal parecía vencido; indecible amor conmovía su
ser entero; al igual que los inmaculados adoradores, su alma se hinchió de amor
hacia el Padre y el Hijo.
Esta
conmovedora escena, aunque lejos de poderla recrear en toda su magnitud sonora,
permite determinar en alto grado el gran poder de este don para enternecer los
corazones e inclinarlos a la adoración de Dios.
Origen
creacionista
Si
se establece que la atmósfera que rodea el trono de Dios es musical y en la
misma intervienen elementos creados, criaturas creadas. es posible determinar
que Aquel en cuya naturaleza interviene la melodía, al crear este mundo dejó
impreso en cada elemento sus propias características, entre ellas la musical.
La creación de este mundo, como reflejo de su creador, constituye una armoniosa
y bien acompañada sinflonía como la del ambiente celestial.
En
el relato de la creación se encuentra la siguiente declaración: “Y la tierra
estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo.....” (Gen. 1:2pp). Esta cita apunta que el lugar donde Dios había de
crear este mundo se encontraba en un estado de absoluta mudez pues el sonido es
propio de cuerpos materiales. Los sonidos precisan de un medio elástico para
transmitirse, es decir, siempre que se oye un sonido es posible registrar la
presencia de un medio trasmisor, sea sólido, líquido o gaseoso.
El
sonido no se trasmite en el vacío, Si la atmósfera no existiera, si el vacío
rodeara al hombre, no se escucharía absolutamente nada. El vacío es
“perfectamente silencioso”. La expresión “desordenada y vacía”, se traduce más
exactamente como “desolada y vacía”, en hebreo, tohhu wabohu. Esto denota un
estado de desolación, vacuidad. La partícula tohhu se emplea con frecuencia
sola como sinónimo de inexistencia de la nada (ver Job 26:7), aquí se deja ver
el significado correcto al igual que en Génesis 1:2 en el cual este vocablo y
su sinónimo bohu indican que la tierra estaba informe y sin vida.
La
interpretación de este versículo muestra con claridad que al carecer de
atmósfera, al no existir materia no podía haber un medio en el cual se
propagase la luz y el sonido. La luz existió cuando hubo materia y al haber
materia como primer elemento se establecieron las condiciones para la
propagación del sonido resultante de todas las obras creadas, reflejo del mismo
ambiente que rodea el trono de Dios.
Aceptar
la verdad de un estado de vacuidad total en el principio de nuestro mundo se sostiene
con la afirmación bíblica de que Dios no contó con materia preexistente en la
creación (Hebreos 11:3).
CAPÍTULO
II: PAISAJE SONORO Y MÚSICA
Con
la civilización técnica, el paisaje físico como el sonoro se va transformando
radicalmente. Hoy hay que ir a lugares muy apartados de la vida moderna para
poder escuchar algunos de los “bellos acordes de la gran sinfonía de la
naturaleza”, como el sonido del agua entre las piedras, el rumor del follaje,
etc.. Fuera de esos lugares privilegiados, el mundo parece verse invadido por
una ola de sonidos artificiales que a menudo es pura cacofonía.
La
expresión, “paisaje sonoro” (soundscape), se emplea para describir el entorno
acústico. Sus propiedades no son, evidentemente, las mismas que las del
“paisaje espaci-al’ o “visual” (landscape). Un estudio de este último puede
proporcionar elementos que permitan un acercamiento en el conocimiento de los
sonidos que influían en la producción musical de las primeras civilizaciones.
Es
inverosímil poderse adentrar en la historia con micrófonos e instrumental
analítico, en este caso, la geografía se convierte en historia. Se puede
estudiar el mundo silvestre como el del Canadá septentrional, los desiertos de
Australia, o bien forjarse una idea de un paisaje sonoro pretérito escogiendo y
comparando aldeas remotas de diferentes países de un continente tan complicado
y rico como es el europeo con su gran espectro de culturas milenarias salvadas
de la influencia industrial.
Un
paisaje silvestre o aldeano resulta más silencioso que una ciudad, no porque
falte en el vida sino más bien porque los sonidos están sujetos a ciclos de
actividad y reposo. Los productores de sonidos saben cuando actuar y cuando
callar. Las especias de insectos, animales y pájaros se complementan en ritmos
diarios y estacionales de sincronizada belleza.
Estos
ambientes, no perturbados por la multitud de sonidos que compiten entre sí,
pueden llamarse de “alta fidelidad”, es decir, la relación entre sonido y
mensaje es favorable. Todos los sonidos son portadores de noticias, cada uno
tiene su finalidad y se complementan como una buena conversación u orquestación
musical.
Estudio
de una aldea remota
Un
estudio realizado en el pueblo pesquero bretón de Lesconil, pone de manifiesto
que el ciclo diario de los vientos del mar hacia tierra y viceversa, lleva al
pueblo una circunferencia completa de sonidos remotos, algunos de ellos de
hasta doce kilómetros de distancia. Se oyen campanas de pueblos lejanos,
sonidos de tierra adentro o de boyas colocadas en distintas partes del mar,
cada sonido a su debido tiempo. Un cambio en la pauta habitual indica una
modificación del tiempo.
La
acusada dependencia de este pueblo de cultura arcaica hacia el oído se
manifiesta en el conocimiento que les permite tener de situaciones ocurridas
muy lejos de ellos y por medio de las cuales pueden predecir acontecimientos
que favorecen o atentan la integridad de sus habitantes. En los tiempos de
Cristo, la regularidad del tiempo atmosférico le permitía a los judíos
pronosticar con bastante exactitud el comportamiento de la naturaleza. (Mateo
16:2,3).
Estudio
de la literatura
Una
información sobre la evolución del paisaje sonoro es posible encontrarla
recurriendo a relatos de testigos auriculares que han descrito los sonidos de su
época en determinadas regiones. Esta información permite la concepción de la
morfología de un remoto paisaje acústico y la evolución de las actitudes de los
oyentes a lo largo de los siglos.
El
cuarenta y tres por ciento de todos los sonidos mencionados en la literatura
europea del siglo XIX, constituyen sonidos naturales, mientras que en la del
siglo XX es reducida a un veinte por ciento. Esta disminución no se da en
América del Norte, donde algo más del cincuenta por ciento de las citas de
ambos siglos se refieren a sonidos naturales. De esto se deduce, que los
habitantes de esta parte del globo viven mas cerca del medio rural o tienen mas
fácil acceso a el que los europeos.
Se
detecta también una disminución del número de veces que se menciona la calma o
el silencio. El diez y nueve por ciento de tales descripciones corresponden a
los decenios de 1810 a 1820 y de 1830 a 1890 esas citas se reducen a un trece
por ciento, y de 1940 a 1960, a un nueve por ciento.
Es
sorprendente el modo negativo en que describen el silencio los escritores
modernos. He aquí algunos ejemplos que emplea la última generación: solemne,
opresivo, mortal, sordo, extraño, terrible, lúgubre, triste, eterno, penoso,
solitario, pesado, irritante, duro, intrigante, doloroso, inquietante.
El
silencio o calma que describen, raras veces es positivo. No se trata del
silencio de un paseo contemplativo por el campo, ni del que se observa cuando
se oye música, ni es el silencio de la fascinación o la meditación, ni tampoco
del silencio reverente ante la presencia de Dios y tampoco el silencio del
sueño.
Reconstrucción
indirecta
Por
muy diferentes que resulten los modos indirectos de reconstrucción histórica,
son a menudo preciosos. Es muy probable que el tono, el timbre y la cadencia
del trueno o del rumor de las olas batiendo la orilla hallan cambiado muy poco
al cabo de los milenios; la flauta antigua suena hoy prácticamente como en los
tiempos de Jubal; el choque de la lanza contra el escudo; el golpear del
martillo contra el yunque o el tostarse de la carne en un asador primitivo,
pueden reproducirse con suficiente exactitud si se repiten los mismos gestos
con los mismos elementos.
Si
se analiza la evolución histórica del medio acústico industrial, se notará que
durante miles de años nuestros antepasados vivieron como cazadores, labradores
y pastores en un paisaje acústico formado sobre todo por sonidos del mundo
natural; los sonidos humanos se reducían a una parcela muy pequeña y el de los
instrumentos y herramientas fabricados por el hombre llegaban muy rara vez al
oído.
El
habitante del mundo industrializado esta acosado por una turbamulta de sonidos
artificiales, motivado por el aumento de la posibilidad de producir ruido con
los instrumentos técnicos y por el gran poder de emisión de los equipos de
amplificación, siendo imitados todos por el hombre en su producción musical
ampliando la gama sonora del repertorio de la música contemporánea y amenazando
la capacidad de oír y seguir siendo sensibles a los sonidos naturales.
Paisajes
sonoros bíblicos
En
el “Cantar de los Cantares” del rey Salomón se da una de las más bellas
descripciones del paisaje acústico que disfrutaban las tribus de Israel, el
lenguaje poético es rico en detalles de sonidos naturales. “Levántate, oh amiga
mía, hermosa mía, y ven. Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la
lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción
ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha
echado sus higos, y las vides en cierne dieron su olor; Levántate, oh amiga
mía, hermosa mía, y ven.” (Cantares 2:10 -13).
Hermosa
descripción primaveral, era este el paisaje que contemplaban los israelitas
cuando entonando sus salmos viajaban de todas partes del país para asistir a la
fiesta de la Pascua en Jerusalén. El ambiente agradable, apacible, lleno de
hermosura y olores agradables de las flores y los frutos que se maduraban en
los árboles inspiraban sus corazones agradecidos y los llenaban de gratitud a
Dios. Qué hermoso paralelismo entre este paisaje sonoro y los mensajes
contenidos en los cánticos graduales que entonaban regocijadas las huestes de
Israel en su subida a la Santa Ciudad de Jerusalén.
Es
admirable el encanto con que estos salmos describen la naturaleza y como
sacando lecciones espirituales de ella las aplicaban a su experiencia y servían
de instrucción a aquellos pequeñuelos que los acompañaban en las largas y
alegres jornadas. Las mismas cadencias de la sinfonía natural eran imitadas por
aquellos que lejos de perturbar el ambiente sonoro se convertían más bien en un
eco del mismo.
En
el Edén
El
ambiente sonoro que rodeaba a la santa pareja del Edén era un reflejo de la
melodiosa atmósfera que rodea el trono del único Dios y creador de
universo.(cfr. cap. 1, sec. Origen creacionista, páginas. 7,8). La escritora E.
G. de White registra inspiradamente este landscape:
En
el huerto había árboles de toda variedad, muchos de ellos cargados de fragantes
y deliciosas frutas. Había hermosas plantas trepadoras, como vides, que
representaban un aspecto agradable y hermoso, con sus ramas inclinadas bajo el
peso de tentadora fruta de los mas ricos y variados matices.
La
mente finita del hombre no capta en toda su grandeza la hermosura de un mundo
recién creado por un Dios que dejó inscrito en cada obra la marca de su
naturaleza melodiosa. La misma escritora refrende en otra cita:
Los
azulados cielos le servían de techo; la tierra, con sus delicadas flores y su
alfombra de delicado verdor, era su piso; y las ramas frondosas de los hermosos
árboles le servían de docel.
La
morada de estos inmaculados pobladores estaba saturada de colores naturales y
les rodeaba una atmósfera que obedecía las leyes de Aquel que regía la armonía
de las cortes celestiales.
Adán
y Eva recibían diariamente la visita de su Creador el cual era también su
Maestro y de El aprendían lecciones preciosas que confirmaban con sus
observaciones del entorno físico y acústico. Los músicos celestiales les
visitaban y ayudaban al Maestro en su obra educativa con elementos y métodos
propios del mundo de la melodía. Ellos aprendieron las alabanzas directamente
de aquellos que la tributaban ante el trono de Dios.
La
gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados
movimientos, ‘las diferencias de las nubes’(Job 37:16), los misterios de la luz
y del sonido, de la noche y el día, todo estaba al alcance de la comprensión de
nuestros primeros padres. El orden y la armonía de la creación les hablaba de
una sabiduría y un poder infinitos.
Qué
conocimiento musical podía faltarle a quienes tenían como Maestro al Originador
de la melodía celestial, quienes recibían instrucción de los hábiles tañedores
celestiales sobre leyes acústicas.
En
tiempos de David
La
vida pastoril del joven David, su modestia, humildad, el cuidado cariñoso que
requerían las ovejas, eran un medio propicio para la inspiración de las más
dulces melodías. Pero el paisaje sonoro que le rodeaba en sus largas jornadas
eran de magistral orquestación.
Ante
él se extendía un panorama de belleza rica y variada. Las vides, con sus
racimos, brillaban al sol. Los árboles del bosque, con su verde follaje, se
mecían con la brisa. veía al sol, que inundaba los cielos de luz, saliendo como
un novio de su aposento, y regocijándose como el hombre fuerte que va a correr
una carrera. Allí estaban las atrevidas cumbres de los cerros que se elevaban
hacia el firmamento; en la lejanía se destacaban las peñas estériles de la
montaña amurallada de Moab; y sobre todo se extendía el azul suave de la bóveda
celestial.
Un
amplio, variado y contrastante panorama, constituía el trasfondo de la poesía y
los cánticos del Dulce Cantor de Israel. Es directamente proporcional el
contraste de este cuadro natural con las expresiones de ternura, melancolía,
desesperación, confianza, seguridad, decisión, agradecimiento, exaltación, etc,
que se encuentran en sus salmos. No es insultante pensar que las inflexiones de
la voz de proverbial cantor, expresaran con singular realismo los sentimientos
que llenaban su sensible corazón.
Y
más allá estaba Dios. El no podía verle, pero sus obras rebosaban de alabanzas.
La luz del día, al dorar el bosque y la montaña, el prado y el arroyo, elevaban
a la mente y la inducían a contemplar al Padre de las luces, Autor de todo don
bueno y perfecto. Las revelaciones diarias del carácter y la majestad de su
Creador henchían el corazón del joven poeta de adoración y regocijo.
En
medio de una naturaleza agradecida a su Creador, cuando el joven David cantaba,
su “voz difundida a los cuatro vientos repercutía en las colinas como si fuera
en respuesta a los cantos de regocijo de los ángeles en el cielo.” Su música,
reflejaba la naturaleza de Dios, era comparable a las melodías angelicales,
eran el producto de un encuentro personal con su Dios y revelaban su
experiencia. Su canto era un verdadero canto sagrado de adoración a Dios.
CAPÍTULO
III: ESTUDIO DE LOS INSTRUMENTOS Y CANTOS HEBRAICOS
Los
instrumentos
En
el capítulo anterior se hizo notoria la influencia del medio sonoro sobre la producción
musical de los hombres al tratar estos de imitar o reproducir de forma
consciente o inconsciente los sonidos que les producen algún tipo de hedonismo
o fuerte impresión sensitiva.
Los
instrumentos, a través de las generaciones, han sufrido transformaciones
orgánicas de acuerdo con el gusto estético que predomine en cada una de las
comunidades que los usaron pues eran los medios para reproducir los sonidos
naturales con elementos naturales.
Como
el entorno sonoro varía con el paso de los siglos debido al surgimiento de
nuevos implementos industriales o con los nuevos fines a los cuales es dedicada
la música, el hombre va variando la morfología de sus instrumentos músicos
haciendo coincidir sus sonoridades con sus percepciones estéticas o sus propósitos
utilitarios.
Al
analizar la estructura de los instrumentos músicos mencionados en la Biblia es
concebible llegar a una clara comprensión de las sonoridades propias de la
música hebrea como sonaba en las diferentes ceremonias según se describe en tantas
escenas bíblicas.
Flauta
Es
uno de los primeros instrumentos musicales hechos por el hombre. La Biblia
menciona a Jubal como el “padre de los que tocan flauta” (Génesis 4:21).
Probablemente esta flauta consistía en un tubo hueco de una simple caña con una
abertura en uno de sus extremos para soplar y varios orificios a lo largo de
ella que se cubrían alternativamente con los dedos para producir las diferentes
notas. Con el desarrollo de la metalurgia se hicieron de cobre y bronce.
Había
dos clases de flauta: la simple, de un solo tubo; la doble, de dos tubos
paralelos que se podían soplar individual o juntamente.
La
palabra “organo”, usada en algunas versiones de la Biblia, se refiere a un
instrumento sencillo, parecido a la flauta que conocemos hoy. En el Salmo 150
se menciona entre los instrumentos usados para alabar a Dios. Se usaba en
cultos religiosos(Isaías 30: 29), fiestas (lsaías 5: 12), procesiones (1 Reyes
1: 40), funerales (Mateo 9: 23), etc..
Lira
La
palabra hebrea kinnor, usada en el Antiguo Testamento ha sido traducida como
“arpa”, y se aplica más a lo que llamamos “lira”. Esta era más pequeña que el
arpa, es el primer instrumento mencionado en la Biblia, fue otro de los
instrumentos creados por Jubal, (Génesis 4: 21) es el único instrumento de
cuerda mencionado en el Pentateuco. Según Josefo, era de madera y tenía diez
cuerdas. Eran de variadas formas y tamaños, algunas bastante pequeñas para
ejecutarse mientras se caminaba (1 Samuel 10:5). Su timbre era dulce y
melodioso, era símbolo de la felicidad.
Trompeta
Es
la traducción de do. palabras hebreas: safar y hatsosera. La primera era como
un cuerno curvado en su ex tremo posterior, era una enseña patria de los
judíos, usada en acontecimientos religiosos y militares. La segunda, aparece
nombrada en Números capítulo 10, Dios ordenó a Moisés que hiciera dos trompetas
de plata labrada a martillo.
Según
Josefo era un tubo recto de algo menos que un codo (45 cm.), ensanchado
brevemente en el extremo de la embocadura y se expandía en forma de campana en
el otro extremo. Las trompetas antiguas no emitían tantos sonidos como las
modernas pero su sonido era claro, digno, fuerte y pleno.
Címbalo
Instrumento
de percusión, utilizado en los cultos y en días de regocijo (Nehemías 12:27; 2
Crónicas 5:13). Formado por dos platillos metálicos que sonaban al golpearse
uno contra otro. Los había de dos tamaños, los más grandes se sostenían con las
dos manos, los más pequeños uno con el dedo pulgar y el otro con el cordial. Se
cree que Salmo 150: 5 hace referencia a ambos.
Zampoña
Se
menciona entre los instrumentos utilizados por Nabucodonosor en la llanura de
Dura (Daniel 3: 7). Este término aparece únicamente en esta lista. Parece ser
un instrumento de viento semejante a la gaita o cornamusa. Se cree que los
judíos cautivos en Babilonia no la apreciaron como para adoptarla.
Consiste
en una bolsa de piel de perro inflada, los sonidos provienen de unos tubos de
madera introducidos en la bolsa. Los distintos tonos se producen con los dedos
en los agujeros de los tubos. Tiene tres tubos para emitir las notas bajas y
para acompañar la melodía. El sonido de la gaita es muy fuerte, sus melodías
dolientes se pueden oír a gran distancia.
Cítara
La
palabra “diez”, en hebreo, a menudo se aplica a los instrumentos de cuerda. En
Salmo 92: 3 se habla de alabar a Dios con “decacordio”(diez cuerdas), salterio
(arpa). y arpa (lira). Esta combinación da como resultado una pequeña orquesta
de cuerda. Algunos creen que el decacordio es la cítara, en la actualidad no es
muy conocido pero su forma es parecida a un plana individual.
Pandereta
El
pandero es un tambor pequeño. Se hacía con un aro de madera cubierto de ambos
lados con cueros muy estirados. Su antigüedad es evidente, se menciona en
Génesis 31:27 y en Job 21:12. Generalmente era ejecutado por mujeres. Se usaba
para marcar el ritmo del canto y el baile. Algunos usaban unas campanilla. o
platillos de metal o castañuelas insertadas en el marco. El tintineo metálico
de esos discos acompañaba el ritmo del tambor.
Probablemente
el sonido del pandero era como el del tambor oriental. Aparece asociado con
manifestaciones de alegría (Isaías 24:8), victorias nacionales (Éxodo 15:20),
acontecimientos religiosos (2 Samuel 6:5). No se menciona entre los
instrumentos del primer templo ni del segundo, a pesar de aparecer en los
Salmos 68:28; 81:2; 149:3; 150:4.
Laúd
Antiguo
instrumento de cuerda; el cuerpo tenía la forma de una pera unido a un cuello
de madera largo con cuerdas. Se tocaba pulsando las cuerdas como una guitarra.
Se han encontrado dibujos de laúdes en sepulcros antiguos. No se sabe
exactamente la forma de algunos instrumentos antiguos pero el Salmo 150 de la
versión La Biblia al día, traduce el versículo tres de la siguiente forma:
“Alábenlo con trompetas (bocina), laúd (salterio) y arpa.”
Evolución
de los instrumentos
Los
instrumentos musicales utilizados por los griegos eran los mismos, con
modificaciones de poca importancia, que los instrumentos de cuerdas pulsadas
propios a todo el Oriente, del tipo arpa-lira-cítara, así como los del tipo
cálamo, con diferentes embocaduras. Los griegos utilizaron discretamente las
percusiones, tan extendidas en muchas variedades desde Egipto al Japón.
Los
tubos de caña pueden tocares de tres maneras: soplando por uno de los extremos
o por un orificio lateral, lo cual conduce a los instrumentos del tipo flauta;
soplando por una embocadura a la cual se ajusta una lengüeta de caña fina,
sistema que conduce a los instrumentos del tipo clarinete; cuando la embocadura
tiene dos caña por el hecho de seccionar horizontalmente una caña tierna como
la de la cebada, cuya abertura se aprieta entre los labios del tañedor, sistema
que conduce a los instrumentos del tipo oboe.
La
flauta de pan o siringa, consistía en varias cofias unidas con cera. Su
diferente longitud y grosor establecía el sonido de cada una. Si a un
instrumento así se le sujeta por uno de sus extremos un depósito de aire, se
obtendrán los instrumentos que hoy se siguen usando con la denominación de
órganos de boca”. Es el principio del órgano, bien hidráuico, bien neumático,
según que se emplee una corriente de agua para impulsar el aire en los tubos o
directamente el aire mismo.
Las
liras y cítaras son los instrumentos clásicos de todo el Oriente y los básicos
en las culturas mesopotámicas-fenicio-israelita y en la griega. De ellos el más
antiguo es la lira de tres cuerdas. Hay casos de liras de cuatro cuerdas en el
siglo III a.n.e., y de cinco cuerdas en el III y IV en las colonias de Asia
Menor. En el siglo VII, en tiempos de Terpandro, la lira tenía siete cuerdas.
La cítara es un instrumento posterior y de mayores capacidades técnicas que la
lira. Su apogeo es en los siglos V y VI en Grecia y tiene entonces de seis a
once cuerdas. La cítara tenía un cuerpo de resonancia mayor que le lira, hecho
de madera. Lirodia y citarodia, significaban el arte de tocar cada uno de estos
instrumentos, su técnica particular y el género de música que les estaba
dedicado.
El
canto
El
arte de la música cantada permeaba la vida del pueblo hebreo. Era utilizada en
los servicios religiosos (Levítico 23:24), victorias militares (2 Crónicas 20:27.28),
fiestas (Isaías 16:10), en ocasiones sociales (Amós 6:5). En la Biblia abundan
loe cánticos de regocijo, de acción de gracia, de alabanza, de duelo, de
victoria, etc.
El
rey David era poseedor de un gran don musical y a él se le debe la organización
do la práctica musical para las ceremonias religiosas. A él se le atribuye no
solo el cantar y componer Salmos, sino el de crear instrumentos musicales (2
Crónicas 7:6).
Se
eligieron como directores de la música del templo a Asaf, Hemán y Jedutún, que
eran levitas (1 Crónicas 25:1.6), estos ejercieron la misma función en el
templo de Salomón (2 Crónicas 5:12). Los hijos de estos tres grandes
directores, que eran veinte y cuatro, estaban a la cabeza de igual cantidad de
bandas. Se dedicaban técnicamente a practicar y aprender la música, sea vocal o
instrumental.
En
el templo del estético rey Salomón, los músicos eran prominentes. “Los dos mil
que componían el coro del templo tenían departamentos reservados y recibían
salario.”En el segundo templo, el coro y la orquesta fueron reducidos. El coro
estaba compuesto por doce hombres como mínimo. Los miembros, todos varones,
debían tener como requisito, entre treinta y cincuenta años de edad y cinco
años de entrenamiento musical.
No
existen datos concretos sobre la música vocal del templo, pero según la forma
en que fueron compuestos alguno. salmos, puede deducirse que algunos fueron
compuestos para cantarse antifonalmente por dos coros (Salmos 13; 20; 38), o
por un coro y la congregación (Salmos 136; 118:1.4). Tal parece que después del
cautiverio los coros estaban constituido por igual número de voces masculinas y
femeninas (Esdras 2:65).
Es
muy probable en estos coros que se recitare en lugar de cantar, aunque no se
sabe a ciencia cierta en que forma. Seguramente era muy diferente de la
recitación eclesiástica moderna. La lectura de los libros sagrados constituye
lo que se conoce por cantilación. En su aspecto más simple es una larga letanía
cuyo ritmo está determinado por la prosodia de los versos y la escandación
regular de estos. Se han realizado algunos intentos para interpretar los
acentos del texto hebreo de los masoretas como un sistema de signos o símbolos
musicales, pero sin resultado positivo.
Los
acentos eran más bien una guía para la recitación y además, se originaron en
una época posterior.
La
lectura o recitación toman acentos expresivos que afectan de manera paulatina
dando entonaciones patéticas -acento, ad cantus- de las sílabas entre las que
se hacen intervalos consonantes. Los musicólogos que han estudiado formas
arcaicas de culturas, como la de los aborígenes de Tierra del Fuego o los vedda
de Sri Lanka, han constatado que el canto es la única manifestación musical
semejante en sus estructuras que les sea familiar, los cuales, en su inmensa
mayoría consisten en una secuencia de sólo dos o tres notas, sin que exceda de
una gama de tercera menor. Las canciones de otros pueblos de culturas más
desarrolladas, como los hausas de África, poseen una forma recitativa similar,
una secuencia o modulación de dos notas separadas por una tercera menor.
La
lectura de los libros sagrados es materia que corresponde exclusivamente al
oficiante; pero los fieles podían intervenir en las pausas mediante
puntuaciones (amén) o fórmulas exclamativas (hallel). Con ello se formularon
dos maneras de cantar:
Canto
responsorial: el pueblo respondía con una simple frase o fórmula muy breve a
cada descanso del oficiante —de ahí saldrán los responsorios católicos.
Canto
antifonal: el canto se distribuye entre dos coros que cantan uno después del
otro, el mismo pasaje de letra y música, o de diferente letra con la misma
música.
El
Apóstol San Pablo, natural de Tarso, colonia griega en Asia Menor, a mediados
del siglo I, distinguía varias clases de cantos utilizados por los cristianos
en sus ceremonias y cuyo origen el conocía bien, que había sido educado bajo
las influencias rabínicas. Los llamados cantos espirituales, “pneumatike”,
género al que pertenecían los salmos, los himnos y las odas espirituales. Se puede
entender que pneumatike significa, cántico sin palabra, especies de melismas
vocalizados de los que saldrían las músicas de los júbilus con que terminan los
aleluyas, cánticos de jubilación procedentes del hallel hebreo. En general, los
cánticos sinagogales se dividían, según Pablo, en dos clases:
El
miznor, o canto salmodiado: recitación casi hablada con acentos patéticos y
giros cadenciales, cuya formulación más simple se encuentra hoy todavía en los
cánticos hindúes y chinos del sur.
El
sir o canto propiamente tal, como en los himnos, que tan decisiva importancia
tuvieron para la propaganda de las ideas cristianas en el Mediterráneo asiático
y africano, y en los países latinos, desde Roma al Occidente.
Los
modos
Los
primeros cristianos de Roma eran griegos y judíos conversos, residentes en
colonias fuera de la urbe romana. En rasgos generales, estos tomaron a la
sinagoga sus formas especiales de cánticos de alabanza, y de los griegos, la
sistematización. Sin embargo, de todo ello, los cristianos incipientes
conservaron la música coral griega y multitud de practicas musicales del rito
hebreo, todo lo cual servía de base para sus ceremonias religiosas y otras
reuniones de un carácter menos ritual.
La
excesiva afición de los romanos por las fiestas musicales comienza a inquietar
a los primeros cristianos que se pronuncian en contra de ellas, especialmente
contra las danzas, contra los concursos instrumentales, en algunos de los
cuales participó Nerón como citarista; contra el empleo de los instrumentos y
contra el cromatismo en los giros melódicos. Pera este tiempo persistían en
Roma residuos de las antiguas religiones egipcias y del Asia Menor que
continuaron practicándose con las modificaciones aportadas por la adaptación.
La
tradición religiosa que había entroncado con el teatro griego -como historia de
un héroe o una teogonía. peripecia dramática en la vida de un dios— en sus
danzas y cantos de carácter ritual y en los ágones -concursos instrumentales-
en homenaje a ciertas divinidades desaparecen y el sentido simbólico y
principalmente ethos de los modos (nomos). Sin embargo, algunos giros
nomísticos persistieron aunque sin carácter legal - o de congruencia estética
entre el propósito y la técnica - y pasaron a la música romana.
De
esta evolución histórica, surge la primero música cristiana que perdura en
multitud de cantos que contienen el sentido ético (ethos) pertinente al caso y
de cuyo canto inicial es un desarrollo litúrgico el canto (phono) siguiente.
Es
por eso que aspectos rituales de las fiestas en honor de Osiris, Mitre,
cánticos de maitines, banquetes rituales, llegan incluso hasta nosotros en los
ciclos de las festividades cristianas.
Es
propio hacer alusión al carácter especial que se le atribuía a algunas modalidades
o ethos, reminiscencia del sentido expresivo, mágico, de las fórmulas melódicas
originales. El ethos tradicional del dórico consistía en su sublimidad; el del
eolio se suponía era su nobleza, o su vigor; el modo frigio era el propio de la
música para el aulos, instrumento clásico de aquella región; el jónico (yastio)
su suavidad; el lidio era quejumbroso, plañidero; el hipolidio era propio de
las fiestas dionisianas; el mixolidio era como un lamento apasionado.
A
la altura del siglo II. el número de tonalidades se había reducido a los tres
modos favoritos del sistema diatónico clásico que pasó a la cristiandad, o sea,
el dórico, el jónico (yastio o hipofrigio) y el eolio (hipodórico), es decir,
los modos basados en mi — sol — la. Los demás eran repugnados por los
sentimientos de la nueva religión: el frigio, modo aulético, exultante en loe
cantos báquicos; el lidio, reputado como sensual y frívolo; etc. De esta manera
es lógico comprender por qué pasan solamente al arte cristiano aquellos tres modos,
los últimos que se conservan en la paganía de los siglos postreros.
CAPÍTULO
IV: FUNCIONES DE LA MÚSICA HEBREA
En
la Educación
“Y
las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu
casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes.”
(Deuteronomio 11: 19).
Habiéndosele
enseñado esta instrucción a Moisés, este instruyó al pueblo para que les
pusiesen música a le ley. Con este acto, se dio inicio a un sistema educativo
cuyo principal medio era la música, instrumental o vocal. Dios, el originador
de este sistema educativo, puso a disposición del hombre un elemento capaz de
grabar de la forma más completa las verdades eternas y por medio del cual podía
manifestar su naturaleza a los hombres.
A
través del desierto
La
música, es un medio educativo muy efectivo puesto a disposición del hombre para
la modelación del alma. En la Biblia hay referencias al uso que le daba el
pueblo de Israel en su peregrinaje por el desierto.
La
enseñanza musical comenzaba desde muy temprano en la niñez, los niños
grandecitos eran capaces de tocar algún instrumento. Todos los que tenían
suficiente talento para componer añadían música a las palabras de la ley para
ser cantada por los niños. Los mayores también se unían en la alabanza. Cuando
andaban por el desierto alegraban sus fatigosas jornadas con las melodías
sagradas. Mientras vagaban por el desierto, el canto era un medio de grabar en
sus mentes preciosas lecciones espirituales.
Las
promesas del favor de Dios y los relatos de sus hechos milagrosos fueron
musicalizados. Mientras los millares de Israel entonaban sus cánticos en
concierto aprendían lecciones de orden y unidad y los ponían en contacto con
Dios y sus semejante.
Las
madres encintas mediante sus cantos no solo se beneficiaban ellas mismas sino
que la criatura que llevaban en su vientre participaba de la influencia
benéfica de la música.
El
feto posee oído desde el cuarto mes; durante los cinco meses que preceden al
nacimiento escuchará los latidos del corazón de su madre y a partir del séptimo
mes podrá recibir estímulos sonoros provenientes del exterior.
¡Maravillosa
manifestación del conocimiento de las influencias prenatales de un Dios que
tiene a bien educar a las criaturas antes de nacer! El oído musical de este
forma se educaba desde donde inconscientemente la letra de estos cantos se
grababa y sería memorizada por le futura generación influyendo en su
personalidad y carácter. Esta influencia postrera es comentada por una conocida
escritora así:
Cuán
a menudo recuerda la memoria al alma oprimida y pronta a desesperar, alguna
palabra de Dios, el tema olvidado de algún canto de la infancia y las
tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo
propósito y se imparte valor y alegría a otras almas.
El
propósito de Dios es que la verdad no se enseñe como una teoría seca; la buena
educación no se basa en inculcar por la fuerza las enseñanza, en una mente que
no esta lista para recibirla. Hay que despertar la mente lo mismo que el
interés. El método educativo de Dios respondía a estas leyes de la mente. El
provee el medio de satisfacer toda necesidad que ha dedo al hombre y
desarrollar toda facultad impartida.
Los
significados de las connotaciones fuertemente emotivas se originan en la infancia
entes de la comunicación verbal, cuando entre el niño y la madre se establece
un sistema recíproco de ritmos y vocalizaciones y cuando el canto y el baile
son un factor de socialización mediante el juego. Cada ser humano conserva
restos de sentimientos de éxtasis, relacionados en su memoria con ciertos
estados de arrobamiento en los que se sume cuando su participación en la música
- ya sea cantada, ejecutada en instrumento o simplemente escuchándola - le
estimula debidamente.
Las
posteriores experiencias de la vida tienden e realzar la importancia de la
música para el bienestar emocional o, por el contrario, a sofocar la atracción
que el niño siente hacia esa forma de hedonismo sonoro. Algunos niños
establecen una relación especial con la música que ofrece una oportunidad única
para dar libre curso a la imaginación y a la expresión de sí mismos.
La
escuela de los profetas
No
todos los israelitas fueron capaces de desarrollar el sistema educativo de Dios
tal como se había ordenado y este fue ejecutado en forma parcial o imperfecta.
Al no destruir las naciones que Dios mandó exterminar, los hijos se vieron
rodeados de tentaciones y debido al descuido en la educación, pocos tenían el
poder para resistirla.
Con
el fin de contrarrestar el mal creciente, el profeta Samuel funda la Escuela de
los Profetas como barrera para la corrupción que se propagaba. “En estas
escuelas, los principales temas de estudio eran la ley de Dios, con las
instrucciones dadas a Moisés, la historia, la música sagrada y la poesía.” Se
fomentaba un espíritu de devoción, se enseñaba la forma de acercarse a Dios, de
ejercitar la fe y a comprender y obedecer las Enseñanzas del Espíritu Santo.
Este sistema educativo permitía el desarrollo armonioso de la mente, el alma y
el cuerpo.
En
estas escuelas, el propósito de sus estudios era aprender la voluntad de Dios y
la obligación del hombre hacia él. Se empleaba la música con un propósito
santo, para elevar los pensamientos a los puro, noble y enaltecedor, y para
despertar en el alma la devoción y la gratitud hacia Dios, entonces, “El
intelecto santificado sacaba del tesoro de Dios cosas nuevas y viejas, y el
Espíritu de Dios se manifestaba en la profecía y el canto sagrado.”
En
el Don de Profecía
En
la historia sagrada hay episodios en los cuales la música sagrada sirvió como
vehículo para la comunicación con Dios de algunos profeta. Estos daban su justo
precio a la música, conocían de sus efectos para aquietar el espíritu y elevar
la mente por encima de las cosas terrenales a la atmósfera del cielo.
En
un momento en que estaba en juego el honor de el Dios de Israel porque Josafat
en su necedad había atraído la crisis e intentó culpar a Dios, el profeta
Eliseo mandó a buscar un tañedor de arpa y la suave melodía de este instrumento
calmó el espíritu del profeta después de pronunciar algunas palabras ásperas
pero oportunas y necesarias. “Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová
vino sobre Eliseo.” (2 Reyes 3:15)
No
se debe pensar que los profetas para ejercer su don, debían emplear la música
antes de profetizar, más bien indica que ellos la apreciaban en su forma debida
y la empleaban correctamente. Hay pocos recursos más eficaces que la música
apropiada para dar vida al pensamiento, calmar el espíritu irritado y crear una
atmósfera de paz y gozo y apartar las influencies de los ángeles malos y elevar
el alma por encima de las dudas y el temor.
Después
que el profeta Samuel ungió a Saúl por “príncipe sobre su pueblo Israel” y
profetizarle lo que le acontecería en su regreso a casa, le dijo que se
encontraría al llegar “al collado de Dios una compañía de profetas que
descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa
y ellos profetizando.” (1 Samuel 10:5). El espíritu de la suave y alegre música
producida por estos instrumentos, impresionaría el alma del nuevo príncipe y el
Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás
mudado en otro hombre.” (1 Samuel 10:6).
Luego
de salir de la presencia del profeta y apartarse para volver a casa, todas las
señales le acontecieron en aquel día y se encontró con la compañía de profetas
y “el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó con ellos”. Por
medio de la música Dios prepara el alma de aquellos que elige para manifestar
todos sus designios a los hombres de todos los tiempos.
Como
medio curativo
Casi
en todas las culturas se he creído que la música tiene poderes curativos; en
pinturas rupestres halladas en cavernas y piedras y en bajorrelieves se puede
confirmar como mediante gritos el sonido de algunos instrumentos u otros medios
de producir ruido, algunos tipos de movimientos del cuerpo que pueden ser
considerados como danzas, eran utilizados como ritos exorcísticos para alejar
los malos espíritus causantes de enfermedades.
La
medicina moderna no deseche este posibilidad y hoy la música es usada con fines
terapéuticos en diferentes especialidades, especialmente en las de carácter
mental como única posibilidad de lograr reacciones específicas.
Después
que el rey Saúl rechazó soberbiamente la palabra de Dios dada por su siervo
Samuel se encontró indefectiblemente bajo el dominio de Satanás, el originador
de toda enfermedad. “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl y le atormentaba
un espíritu malo de parte de Jehová.”(Samuel 16:14).
Los
siervos le recomendaron al rey que buscasen a un tañedor de arpa para que
cuando el tañedor tocase se ahuyentara el espíritu malo y tuviese alivio. El
joven David fue el escogido y su música inspirada por Dios (cfr. Capítulo II.
Paisajes sonoros bíblicos) reconfortó al atribulado rey, “cuando el espíritu
malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su
mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de
él.” (1 Samuel 16:23).
Un
alto porciento de las enfermedades actuales son de origen mental; harían bien
los hombres cantasen himnos espirituales en el hogar, en el trabajo, en la
escuela; debiera cantarse más en la iglesia y muchas rudezas serían eliminadas,
las palabras ásperas e hirientes desaparecerían, los nervios serían
reconfortados por la dulce melodía y el Espíritu de Dios se manifestaría en sus
hijos.
La
danza
Para
los pueblos de Cercano Oriente, el baile es una forma natural de expresarse
aunque a la cultura occidental le parezca extraño. La música peculiar de estos
pueblos (cf. Capítulo III) permitía que los movimientos del cuerpo fuesen
cadenciosos y delicados, de carácter solemne y llenos de gozo. Los israelitas
usaban la danza para celebrar conmemoraciones nacionales (Éxodo 15: 20.21),
para recibir a lo héroes (Jueces 11: 34), expresión de gozo por bendiciones
especiales (Jeremías 31:4, 13; 2 Samuel 6:14). En los servicios religiosos y
expresiones de fe (Salmos 149: 3; 150:4).
Era
costumbre entre los israelitas que las damas danzasen, los hombres raras veces
lo hacían (Jueces 21:21; Jeremías 31 :13). No existían los incentivos sensuales
propios de los bailes modernos, estos se ejecutaban en grupo (Salmo 68:25;
Judit 16:13). En la Biblia se pueden encontrar dos referencias a bailes impropios,
el caso de Salomé (Mateo 14:6) y la orgía en el Monte Sinaí (Éxodo 32:19). Los
niños también danzaban (Lucas 7:32).
“Y
David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová” (2 Samuel 6:14). Este texto
ha sido tomado por los defensores del baile moderno para justificarlo dentro de
la adoración, pero sus argumentos carecen de base bíblica. La danza de David al
compás de la música hebrea (cfr. Capítulo III) no tenía semejante alguna con
los bailes de los cultos sincréticos ni con las formas híbridas de la música
popular en cualquiera de sus estilos.
David
danzó con alegría y reverencia “delante de Jehová”, el cofre sagrado estaba en
su presencia y el sentimiento de gozo se mezclaba con el de temor reverente.
Cuando Mical salió a recibir a David le dijo: “Cuán honrado ha quedado el rey
de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se
descubre sin decoro un cualquiera.”(2 Samuel 6:20). Pude pensarse que en el
frenesí de un baile orgiástico el rey hubiese perdido sus ropas pero en el
mismo capítulo se añade: “Y estaba David vestido con un efod de lino”, se
entiende pues que el rey estaba vestido pero no con su ropaje real.
David
puso a un lado su manto real para esta ocasión y se vistió con un sencillo efod
de lino de la clase que generalmente llevaban los sacerdotes y otros. Al hacer
esto no asumió prerrogativas sacerdotales y tan solo mostraba a su pueblo que
estaba dispuesto a humillarse y hacerse uno con ellos en el servicio de Dios
(cfr. 1 Crónicas l5:27).
La
hija de Saúl, orgullosa y llena de resentimiento. estaba dispuesta a encontrar
faltas en David y vio en una natural manifestación de alabanza en su tiempo
motivos para volcar su sarcasmo y menosprecio. El contestó al reproche de
Mical: seguiría danzando y regocijándose “delante del Señor”, así expresaría su
gratitud por todo lo que Dios había hecho por él.
Al
reproche de David se agregó el del Señor: A causa de su orgullo y arrogancia,
Mical nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte.
En
este caso, el fin justificó los medios. Las ceremonias del traslado del arca
hicieron gran impresión en el pueblo, se despertó un mayor interés por el
santuario y un mayor celo por Jehová. Muchos pueblos vecinos vieron la
prosperidad de Israel y se vieron inclinados a reconocer el Dios de Israel.
CONCLUSIÓN
“Siéntate
con seguridad allí donde se canta, que la gente mala no tiene canción”, Así
reza un viejo refrán que quizá en otro tiempo pudo ser verdad.
Todo
creyente puede afirmar que la música no tiene principio ni fin porque se
origina en Dios. Y lo que entendemos bajo el concepto de música aquí en la
Tierra, no es el resultado de inventos ni de descubrimientos personales, sino
que constituye desde el principio de la creación una función de la naturaleza
viva.
Todo
cristiano consciente y amante de la verdadera música religiosa siente la
desdicha de que pensamientos burdos y expresiones seculares se hallen en los
himnos y cantos espirituales de nuevo tipo y que por sentido doctrinal o por
responder de algún modo a las necesidades o gustos atrofiados de los fieles, se
han mantenido a través de los años o aceptados los de nueva promoción y hoy
forman parte de este género junto a las grandes obras tradicionales.
El
pueblo de Israel habitó una tierra donde sus antiguos moradores se entregaban a
formas paganas de cultos; la desobediencia del pueblo al no echar completamente
a sus moradores hizo que entraran en contacto auditivo con los instrumentos
propios de la paganía, con su música y con sus danza. Dios no quería que ni
siquiera supiesen cómo sonaba la música propia de estos cultos porque
escucharla era como estar en el mismo terreno de la idolatría. No es menos
importante hoy mantener nuestra música fuera del alcance de aquellos sonidos
propios de instrumentos de usos seculares que proveen timbres no propios de la
música sagrada y las técnicas de nuestra música bien delimitadas para no
permitir que reminiscencias de cultos idolátricos entren en la congregación del
Dios centro de toda melodía perfecta.
La
Sra. White desde niña tuvo que reprochar excesos con respecto a la danza de
aquellos que se consideraban santificados y por medio de voces altas y ruidos
trataban de alabar a Dios y nos puso en guardia en estos últimos tiempos porque
se manifestaría el mismo espíritu. Debemos tener sólidos argumentos bíblicos
para impedir que se propague dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
La
mencionada escritora apunta: “La música forma parte del culto de Dios en loe
atrios celestiales. En nuestros cantos de alabanza debemos intentar acercarnos
tanto como sea posible a la armonía de los coros celestiales.”
Con
esta recomendación dejo el material este en manos de una iglesia que sabe
apreciar este don celestial.
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